Nuestra investigación lleva a pensar que el hecho de jugar a ciertos videojuegos violentos puede tener efectos diferentes a corto plazo en las funciones cerebrales de los juegos no violentos pero interesantes.

La mitad del grupo jugó por 30 minutos un videojuego sobre héroes en un combate militar muy violento, mientras que la otra mitad jugó uno no violento pero fascinante.


El grupo que jugó con el videojuego violento mostró una mayor actividad en la amígdala cerebral, ligada a la excitación emocional. En cambio, los que jugaron el juego no violento mostraron una mayor estimulación en la parte prefrontal de su cerebro, vinculada a la concentración intelectual y al autocontrol.

El contenido violento de los videojuegos es objeto de intentos de regulación en el Congreso estadounidense que hasta ahora sólo ha podido obtener un sistema de clasificación similar al utilizado para las películas.